60 años y más viva que nunca: las reflexiones de Beatriz

¿Recuerdas esos tiempos en los que las mujeres de 60 años eran consideradas como “señoras mayores” confinadas en sus hogares, tejiendo suéteres y esperando a que llegara la hora de la telenovela? Olvídalo, porque hoy en día, los 60 son los nuevos 40. En esta emocionante década, las mujeres de 60 años están más activas y radiantes que nunca, desafiando los estereotipos y abrazando la plenitud de la vida.

Hola, soy Beatriz y quiero contarte mis reflexiones sobre la vida y sobre la edad. La edad de 60 años. Apenas ayer era yo una chava disco, que se quitaba los zapatos al regresar a casa en la madrugada para que no se dieran cuenta de lo tarde que había llegado.

Pero hoy tengo 60 años y no me lo creo, me sigo sintiendo esa joven estudiante de universidad, con todo el futuro por delante.

cuando era joven

¿Sabes? Creo que la vida empieza a los 60. Los hijos ya crecieron y están haciendo su vida; las ideas que nos metían nuestros padres sobre ser una dama adecuada y respetable, hoy son totalmente obsoletas; ya no tengo que trabajar tanto. Me siento con energía, me veo bien en el espejo, tengo muchas ganas de vivir y, en muchos sentidos, he perdido la vergüenza.

Para empezar, al cumplir 60 años, me he liberado de las preocupaciones sobre el qué dirán. Ahora mi sentido de la moda se basa en la comodidad y la autenticidad. Puedo vestirme como quiero. ¡Adiós a los tacones y hola a los pantalones elásticos y los tenis de moda! Si quiero, me pongo unos jeans ajustados, con unas botas de plataforma y ¡que arda Troya!

Qué bueno que ya no se usan las pantimedias

Cuando recuerdo aquellas épocas en las que teníamos que usar pantimedias siento que me aprietan los muslos con una liga y le dan vueltas como torniquete. ¿Te acuerdas cómo se te hacían bolita los dedos del pie, porque la panty tenía 40% de lycra?  O que debías traer esmalte de uñas transparente, por si se “corrían”.  Eso sí: las panties te ayudaban a mantener las carnes en su lugar.

Pero no todo es risa y despreocupación. La salud a partir de los 60 años y el bienestar son aspectos en los que una no puede hacerse guaje. Hay que cuidar cuerpo y mente a través de la alimentación saludable, el ejercicio regular y la práctica del autocuidado. Y sí, a veces me tomo un cerveza bien helada y disfruto de un buen pedazo de pastel, pero debo tener cuidado, porque subo de peso como recién nacido mamando a libre demanda.

Además, aunque hace tiempo que pasé la menopausia, los cambios hormonales me hacen sentir como si estuviera en la montaña rusa, con una sensación térmica de 42 grados.

Afortunadamente, veo muy lejanos aquellos días en los que necesitaba tener un presupuesto especial para los Kotex (ya sé que es una marca, pero así se llamaban las toallas sanitarias) y cuando, a pesar de que tenía mucho cuidado y me cambiaba con frecuencia, invariablemente mis calzones estaban manchados en las orillas del parche de algodón (no existían las Always con alitas). Gracias a la menopausia hace mucho tiempo que no tengo un cólico que me tire en la cama deseando no haber nacido.

Continuando con los temas de la salud, debo confesar que cuando viajo, necesito dejar un espacio para las medicinas. No puedo olvidar el antidepresivo; el antiácido; el regulador emocional; y el paracetamol para los posibles dolores de cabeza. No olvido mi crema de masaje con mentol, para sobarme los pies después de un tour de ciudad. Y, por si acaso, siempre cargo con un laxante suave.

Maleta 60 años

Y ya que hablé de viajar, les cuento que se ha convertido casi en un deporte extremo. Primero, el desafío de hacer la maleta: como ya sé que soy muy olvidadiza, hago primero una lista de lo que debo llevar y tacho cada cosa que voy guardando, aunque, claro, siempre se me antoja poner algo más, porque una nunca sabe. Y aquí viene lo divertido: sentarse en la maleta para lograr que cierre con tanta cosa adentro. ¡Imposible! Entonces, reflexiono y saco la mitad de lo guardado para viajar más ligera.

Por añadidura, al llegar al aeropuerto o a la recepción del hotel, encontrar los lentes en el bolso es una expedición a un mundo extraño. Tengo que sacar todo lo que traigo adentro como cosméticos, plumas, agenda, celular, goma de mascar, gotas para los ojos, un arete suelto, tres tickets de compra; mi lista de lo que debo llevar en la maleta; la llave de la maleta; las llaves de mi casa y el estuche vacío de los lentes. Pero de los lentes nada, porque los traigo como diadema.

Y eso no es todo, cuando empiezo a desempacar me doy cuenta de que no guardé mis pantuflas, ¿cómo es posible si traje todo lo que decía mi lista? Sencillo: se me olvidó anotarlo en la lista.

Respecto a la tecnología, vaya que me han tocado cambios impresionantes. Aprendí a escribir a máquina en una Remington de teclas, perteneciente a mi abuela. Seguro un joven no entenderá de lo que estoy hablando, pero si tú naciste por ahí de los sesenta, entiendes bien lo que estoy diciendo.

Luego siguieron las máquinas de escribir eléctricas, también de barras. Después las de “margarita”, seguidas de las de esfera, que eran veloces y eficientes. Todavía me tocó tener una “máquinadeescribir-computadora” que tenía una ventanita en la que aparecía el texto que ibas escribiendo: no más de 50 caracteres a la vez. Contaba con memoria para una página y la impresión se hacía en papel térmico. ¡Una maravilla de la tecnología para uso personal!

Posteriormente aparecieron las primeras computadoras personales. La pantalla era negra con letras en verde contrastante. Y fue así como de imediato empecé a usar la computadora que, hasta el día de hoy no solo es una herramienta, sino que es mi amiga, mi fiel compañera.

Así, de pronto, llegó el Internet y se abrió ante mí un mundo infinito de posibilidades. En ese entonces no había Facebook, ni Twitter o Instagram, pero existían las salas de chat: Starmedia o Latin Chat. ¡Qué momentos tan divertidos pasé en esas salas!

Cabe mencionar que en los chats era posible conocer amigos y amigas de diferentes ciudades y países, así como conocer galanes y ligar en mensaje privado, para después conocerse personalmente.

Después de un tiempo aparecieron las páginas para encontrar pareja como match.com y más adelante Tinder y todas esas aplicaciones de citas que a jóvenes y maduros nos permiten seguir conociendo personas, ampliando nuestra red de amistades.

Pero esto de Starmedia, match.com, tinder y demás, son un tema aparte que merece tener su propio artículo. Así como la sexualidad, el trabajo, el feminismo, la libertad, las relaciones de pareja, la familia. ¡Es tanto lo que una ha vivido en 60 años! Pero no quiero atiborrarte de recuerdos en una sola exhibición, mejor hacemos una cita para vernos más adelante en otro artículo del blog “Una Mujer como Tú”

Por lo pronto solo me resta decir con orgullo que soy una mujer de 60 años y me siento más viva que nunca.

Déjame un comentario, comparte conmigo alguna anécdota, emoción o sentimiento que te provoque el ser una mujer “mayor”

Nos vemos pronto.

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